martes, 10 de abril de 2018

TERESITA SE PREGUNTA SI DIOS ESTÁ CONTENTO CON ELLA


Esta noche estaba un poco triste, preguntándome si Dios estaría realmente contento de mí.
Pensaba en que cada una de las hermanas diría de mí, si se lo preguntasen. Una diría: «Es un alma buena, puede llegar a ser santa». Otra: «Es muy amable, muy piadosa, pero esto..., y lo de más allá...». Y otras tendrían también otros pareceres;
muchas me juzgarían muy imperfecta, lo cual es verdad... Mi Madrecita me quiere tanto, que el amor la ciega, así que no puedo creerla.

¿Y quién me dirá lo que piensa Dios?
Estaba en estos pensamientos cuando me llegó tu billetito. Me decías que todo en mí te gustaba, que Dios me amaba de manera muy especial, que él no me había hecho subir como a las demás la áspera escalera de la perfección sino que me había puesto en un ascensor para que llegase antes a Él.

Todo eso me emocionaba, pero el pensamiento de que tu amor te hacía ver lo que en realidad no existía me impedía gozar en plenitud.
Entonces tomé en mis manos el Evangelio, pidiendo a Dios que me consolase, que él mismo me respondiera... Y he aquí que mis ojos se posaron en este pasaje que nunca me había llamado la atención:
«El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no le comunicó su Espíritu con medida».

Entonces derramé lágrimas de alegría, y esta mañana, al despertarme, me encontraba todavía inundada de gozo. Eres tú, Madrecita querida, la que Dios me ha enviado, eres tú quien me educó, eres tú quien me ha traído al Carmelo; todas las grandes gracias de mi vida las he recibido a través de ti. Por eso, tú dices las mismas cosas que Dios, y ahora creo que Dios está muy contento de mí, ya que tú me lo dices. 


Fuente: Obras completas, santa Teresa de Lisieux

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