Que los sacerdotes nos presenten virtudes practicables. Está bien hablar de sus privilegios, pero sobre todo es necesario que podamos imitarla. María prefiere la imitación a la admiración, ¡y su vida fue tan sencilla!
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¡¡¡María, si yo fuese la Reina del cielo y tú fueras Teresa, quisiera ser Teresa para que tu fueses la Reina del cielo...!!!
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Yo nunca aconsejo nada a nadie sin haberme encomendado a la Virgen Santísima. Ella es la que hace que las palabras que digo tengan eficacia en los que las escuchan"
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"La Santísima Virgen me demuestra que nunca deja de protegerme. Enseguida que la invoco, tanto si me sobreviene una inquietud cualquiera, un apuro, inmediatamente recurro a ella, y siempre se hace cargo de mis intereses como la más tierna de las Madres."
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"Se sabe muy bien que la Santísima Virgen es la Reina del Cielo y de la Tierra, pero es más Madre que Reina."
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Uno de los últimos días de su vida, en un momento de grandes sufrimientos, me suplicó:
¡Ay, hermanita Genoveva, reza por mí a la Santísima Virgen! Si tu estuvieses enferma, yo le rezaría mucho. Una misma no se atreve a pedir...».
(«Una no se atreve a pedir por sí misma...», éste es el sentido.)
Y suspiró de nuevo, dirigiéndose a mí:
«¡Cuánto hay que rezar por los agonizantes! Si se supiera...»
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-Los angelitos se han divertido mucho gastándome pequeñas bromas. Se han dedicado a esconderme la luz que me señalaba mi cercano final.
¿Han escondido también a la Santísima Virgen?
- No, la Santísima Virgen nunca estará escondida para mi, pues la quiero demasiado
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Señalándome con gesto infantil la estampa de la Santísima Virgen amamantando a Niño Jesús :
- ¡Esa leche sí que es buena! Habrá que decírselo al Sr. de Cornière.
Fuente: Obras Completas, santa Teresa de Lisieux
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